lunes, 21 de marzo de 2011

Jugadores de leyenda: Arconada (1ª parte)

Tolerancia.
Eso es lo que le hace falta a los muchos de aficionados al fútbol que me he encontrado en mis 21 años de vida. Bueno… tolerancia, respeto, memoria… si, esa es la clave. Memoria.
No me refiero a la actitud del hincha español, si no a esos detalles de solo ver el fallo de muchos de los profesionales que realizan este llamado deporte rey.

¿Cuántos goles falla un delantero antes de sacarnos de quicio?, ¿Qué número de goles debe encajar un portero para apagar la tele? La respuesta es fácil. ¡uno! Basta un solo error de independiente calibre, para que armemos la boca y soltemos de todo. Cierto que yo también suelto algún rebuzno que otro cuando veo a mi equipo de fallar, pero no me dura más de 5 segundos.
Cuando mi compañero y amigo Corso  me comento: “escribe en mi blog” pues se me ocurrió aportar un grano de arena (espero que grande) para acordarnos BIEN de un sensacional portero: Luis Arconada.

Pues si, con mis 21 añitos y soy fan de un portero de los años 80. ¿Porque recordamos a el tigre de Igueldo, el pulpo, el hombre-anuncio y demás motes que se gano a pulso por ese don (porque eran un don) que tenia para parar? Pues por un error. Paciencia.
Parece que solo hay que irse a País Vasco para que te hablen como es debido de Don Luis y que queréis que os diga, da pena.
Me parece maravilloso hablar con nuestros mayores y que me cuenten cosas estilo: “era un enano y volaba por toda la portería”, “llegaba a todo”, “el numero 1” y demás cosas que hacían soñar e imaginarnos a aquel portero de 1,79 m. realizar paradas increíbles.

Luis Miguel Arconada Echarri nació en Guipúzcoa, San Sebastián el día 26 de Junio de 1.954. Vivía en el seno de una familia dedicada a la hostelería y la verdad, acomodada. Estudioso, responsable, y querido por sus amigos sobre todo cuando defendía la portería de sus equipos de colegios. Arconada jugaba en el Lengún Onak equipo vasco de nivel local y allí hacía sus pinitos y empezaba a apuntar maneras. El pequeño Luis era un crío cuando un día con sus amigos en la playa de la Concha un par de ojeadores de la Real Sociedad (toma ya) se le acercaron a aquel chaval pequeño que no paraba de gritar a sus amigos. Los dos ojeadores se quedaron perplejos de ver a un chico que jugaba en equipos locales y de institutos y colegios dar unos saltos increíbles y caer con impresionante violencia contra la ardiente arena de la Concha y de mostrar un carácter fuera de lo común. Metidito ya en la cantera de la Real, se vio que el chaval era aún algo inexperto para esa categoría y lo llevaron a la Sanse, cantera de la Real y allí empezó su entrenamiento. Arconada era un bisho (dicho en mi buen andaluz) mostraba unos reflejos de felino, un carácter que le hacia imponerse a cualquier rival y sobre todo concentración. Cuesta creer que un chico de diecilargos pudiera mostrar esas habilidades.

Pero el ser bajito, (y lo digo como experiencia personal puesto que yo también soy portero desde chiquitín) siempre es un problema. Pero no para Luis. Junto a sus entrenadores ideó un planning de entrenamientos para conseguir la potencia, elasticidad, velocidad y salto que mostraría más adelante. Arconada se volvería un portero muy completo y muy deseado tras sus victorias ante equipos de talla nacional. Pero allí la cosa pintaba fea. Habían salido de esa cantera muchachos de tal talla como Javier Urruticoechea (en paz descanse), Pello Artola, y porteros aún entrenando como Vicente Biurrun y un jovencísimo Ochotorena.
Los entrenamientos en aquel equipo cambiaron y para peor. Arconada entrenaba día si y día también en campos de barro, días oscuros y muchos con lluvia. Sobre todo lluvia. ¿Cuantos pantalones rompería el tipo? ¿Cuántas copas, ligas y trofeos ganaría Arconada? ¿Tendrían sus codos y rodillas más que contacto con el betadine y tiritas? ¿Haría desesperarse a más de un chaval que jugara de delantero? Pues si. La verdad es que es difícil investigar en estas fechas de la vida de Arconada, pero según se investiga se da a conocer la respuesta a estas preguntas y más. Como dirían ahora, se estaba forjando una leyenda. 

Un día de entrenamiento un conocido hombre de fútbol, Expósito, vio a nuestro protagonista en un entrenamiento como otro cualquiera.
“Era un muchacho de una gran concentración. Muy concentrado en lo suyo. Me impacto su manera de parar y su juventud”.
Así que con el petate bien hecho y mucha ilusión (suponemos) Arconada marchó rumbo a su próximo desafío, su salto a Primera. Fíjense… el ultimo de la fila, y acaparando meritos. Urruti y Artola (al que en la cantera, Arconada le había arrebatado la titularidad nada más llegar de la Sanse) ya hacían sus pinitos en primera. Arconada fue a parar a la Real Sociedad.

Arconada, nació rico…se haría famoso.

3 comentarios:

  1. Hola - Estupendos los tres posts sobre Arconada, sobre todo por el nivel de detalle. Una cosa sólo: en esta entrada, donde dices "Lengún Onak" ¿no querrás decir "Lengokoak"?

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  2. Grande Arconada, yo si tuve el placer de verlo jugar en directo, tanto con su Real como con nuestra selección. Todo un mito que merece siempre nuestro homenaje. Felicidades por el articulo.

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  3. Yo tambien lo vi jugar y era tremendo, el mejor.

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